Las cooperativas son organizaciones voluntarias, abiertas para todas aquellas personas dispuestas a utilizar sus servicios y dispuestas a aceptar las responsabilidades que conlleva la condición de socios, sin discriminación de género, clase social, posición política o religiosa.
Las cooperativas son organizaciones democráticas controladas por sus socios, quienes participan activamente en la definición de las políticas y en la toma de decisiones. Los hombres y mujeres elegidos para representar a su cooperativa, responden antes los socios. En las cooperativas de base, los socios tienen igual derecho de voto (un socio, un voto), mientras en las cooperativas de otros niveles también se organizan con procedimientos democráticos.
Los socios contribuyen de manera equitativa y controlan de manera democrática el capital de la cooperativa. Usualmente, reciben compensación limitada, si es que hay, sobre el capital suscripto como condición de socio. Los socios asignan excedentes para cualquiera o todos los siguientes propósitos: el desarrollo de la cooperativa, mediante la posible creación de reservas, las cuales al menos una parte debe ser indivisible; los beneficios para los socios en proporción a sus transacciones con la cooperativa; y el apoyo a otras actividades, según lo aprueben los socios.
Las cooperativas sor organizaciones autónomas de ayuda mutua controladas por sus socios. Si entran en acuerdos con otras organizaciones (incluyendo gobiernos) o tienen capital de fuentes externas, lo realizan en términos que aseguren el control democrático por parte de sus socios y mantengan la economía.
Las cooperativas brindan educación y entrenamiento a sus socios, a sus dirigentes electos, gerentes y empleados, de tal forma que contribuyan eficazmente al desarrollo de sus cooperativas. Las cooperativas informan al público en general, particularmente a jóvenes y creadores de opinión, acerca de la naturaleza y beneficios del cooperativismo.
Las cooperativas sirven a sus miembros más eficazmente y fortalecen el movimiento cooperativo, trabajando de manera conjunta por medio de estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales.
La cooperativa trabaja para el desarrollo sostenible de su comunidad por medio de políticas aceptadas por sus socios.
El árbol del pino es un antiguo símbolo de vida, de inmortalidad y
de fecundidad. Representa la perennidad, la perseverancia y la
solidaridad, tres de los grandes pilares sobre los cuales se asienta
el movimiento cooperativo.
El pino, en su afán constante de ascender a los cielos, es idéntico
al ideal de perseverancia cooperativista de escalar las alturas de
una idea.
Los dos pinos unidos simbolizan la hermandad, la unión y la
necesidad de un trabajo conjunto. El círculo tiene la calidad
interminable de la eternidad, sin horizonte final. Representa además
el mundo que todo lo contiene y todo lo abarca.
El fondo amarillo oro del círculo recrea la idea del sol como fuente
de luz y de vida.
El color verde oscuro se asemeja al color de la clorofila, donde
nace el principio vital de la naturaleza.
La Bandera de la Cooperación está formada por los colores del arco
iris, que simbolizan los ideales y objetivos de paz universal, la
unidad que supera las diferencias políticas, económicas, sociales,
raciales o religiosas y la esperanza de humanidad en un mundo mejor,
donde reine la libertad, la dignidad personal, la justicia social y
la solidaridad.
Tiene los siete colores del arco iris, en franjas horizontales, que
simbolizan su carácter universal y pluralista, a través de los que
los hombres de todos los credos e ideas se unen para trabajar por el
bienestar general. En ella se recogen los colores de todas las
banderas del mundo y es el único símbolo de carácter universal del
movimiento.
En las fiestas de la cooperación ondea junto a los pabellones
nacionales de todos los países afiliados a la Alianza Cooperativa
Internacional. Al colocar la bandera en el mástil, el color rojo
debe ir hacia arriba, por decisión de la ACI en su reunión del año
1925.
El rojo representa el fuego y el amor que une
a las personas. El cooperativismo es la fragua donde nos forjamos un
destino feliz en un marco de igualdad y de democracia.
El naranja nos recuerda un amanecer glorioso.
El cooperativismo es como un surtidor de logros en diversos campos: ahorro,
crédito, consumo, mercadeo, producción, vivienda, seguro, educación,
arte y servicios necesarios para el consumidor.
El amarillo es el color del sol que da
luz, calor y vida. El cooperativismo nos asegura una vida feliz, dinámica
y solidaria.
El verde representa la esperanza de los que,
unidos en el amor y en el trabajo, hacen posible el milagro de la cooperación.
El celeste celeste es la ilusión. Es el
color del cielo y nos estimula a admirar la belleza de la creación.
El azul marino encarna el valor que nos impulsa
a buscar nuevas rutas y nuevos surcos donde acunar la semilla de la fe
y la cooperación.
El violeta significa la humildad, una de
las virtudes que nos acerca más a lo divino y al prójimo.
Por Lic. Pilar Orgaz, extraído de Lazos Cooperativos. El sentido de pertenencia es "algo" que todas las empresas - privadas, cooperativas o públicas- están interesadas en desarrollar. ¿Qué es el sentido de pertenencia? Es "sentir" la empresa como propia, sentirse parte, y actuar como parte. Más que un sentimiento en realidad es una percepción que se evidencia en actos. Es percibirme ADENTRO de un grupo, de una organización, de una comunidad, y -por lo tanto- percibirme RESPONSABLE por el destino de esa entidad.
Texto extraído de la revista "Lazos Cooperativos".
Tercer milenio 2008, la ideología dominante impone una filosofía
básica que exige la competencia, no la cooperación. Que responde a
las necesidades del mercado más que a las necesidades de los
hombres. Qué valoriza lo individual sobre lo colectivo. Qué
construye el poder en función del capital.
¿Quiénes son los precursores del cooperativismo en el mundo actual?
Por un lado, hay un fuerte impulso desde las políticas sociales del
Estado que propician esta forma de organización de asociaciones de
economía solidaria, en especial en grupos vulnerables sociales, que
requieren un apoyo y sostenimiento por parte del Estado. Por el
otro, es el mismo movimiento cooperativo a través de su asociación
de 2 y 3 grados, los que rescatan el valor del asociativismo
mediante la organización de distintos eventos, los que por lo
general van dirigidos a su propio círculo.
La visión del hombre y el rol que el mismo debe ocupar en la
sociedad no es el mismo del de hace 164 años. Comparando la
formación de ideologías, el movimiento que se da en el tiempo
histórico del Iluminismo abonó el reconocimiento de las bondades del
asociativismo. En la actualidad la adopción del cooperativismo como
estructura asociativa se da más por necesidad que por
convencimiento.
Desde principio del 1900 hasta la fecha se han formado muchas
cooperativas, que fueron quedando por el camino. Las formaron
aquellos que tuvieron la posibilidad de pertenecer o estar cerca de
los cambios de paradigmas de la construcción de la sociedad. La
juventud actual nació en un mundo mercantilista cuyo eje gira
alrededor de la economía y el consumo compulsivo.
Como en muchísimos otros aspectos del quehacer de la humanidad, los
avances científicos, tecnológicos, culturales, fueron impulsados por
investigadores, hombres de letras, especialistas, teniendo a nivel
mundial mayor auge hasta mediados del siglo pasado. Con lo que cabe
preguntarse, ¿si las condiciones son distintas, cómo se sigue
sosteniendo el cooperativismo como sistema?
Podría afirmarse que lo que queda como denominador común es el
concepto de educación. Los iniciadores del cooperativismo
internacionalizaron la importancia de una educación integral en el
marco de cooperativismo, cuya validez radica en el concepto que se
tiene de la educación a la que no se la ve como un medio para
mejorar la empresa en su aspecto económico, sino como el único
recurso válido para lograr formar al hombre en un comportamiento
moral fundado en la honestidad, solidaridad, cooperación.
La educación cooperativa actual deberá plantearse el dar la
posibilidad de todos aquellos que se unen voluntariamente para
formar una cooperativa puedan tener una mirada filosófica sobre los
valores que la sostienen y si se reconocen capaces de una afiliación
voluntaria a esta filosofía antes de formar una cooperativa, ya que
los aspectos técnicos y organizativos de la misma pueden formar
parte de un aprendizaje posterior.
Ante los dogmas economicistas que regulan la vida de la sociedad
actual, el reforzar y revalidad otras alternativas filosóficas como
lo es el cooperativismo permite que la brecha generacional que
separa a los ideológicos de hace 164 años y el hombre del tercer
milenio lo sea solo en el calendario y que este sistema asociativo
pueda, con las modificaciones propias que la evolución de la
humanidad demanda seguir siendo una alternativa válida para elegir
el estilo de vida de acuerdo a la concepción que cada uno tenga de
sus semejantes.